martes, 18 de diciembre de 2012

M M M - The owls


Mi propuesta para esta segunda entrada del blog era contaros la historia de Matías, Marcel y Maurice (Matías, Marcelo Jesús y Mauricio, tal y como les bautizó el cura de su parroquia), pero atendiendo a vuestras sugerencias, comenzaré este post explicando cómo unos ovillos se convirtieron en estos tres búhos bohemios (y ya veremos cómo lo termino).






 



 Matías

 

A priori, los colores no eran los más adecuados para un búho, aunque lo cierto es que me encanta el conjunto del fucsia / magenta con el beige, y visto el resultado, lo repetiré en próximos modelos del búho Matías.

Matías es un búho tímido e inseguro, creo que debido a la sobreprotección que le infundí cuando lo estaba haciendo (¿estará bien? ¿parecerá un búho? ¿gustará a la gente? ¿tendrá un pico perfecto? ¿será sabio?)

La situación más dura, por llamarlo de alguna manera, fue ese frío momento en el que antes de unir todas sus pequeñas partes, lo "presenté" (típica expresión de mi padre cuando ejerce de manitas o artista) y todos los hilos colganderos entremezclados entre sí me recordaron a Frankenstein, de ahí mi homenaje a este gran personaje terrorífico y a la vez entrañable.

 
Aunque lo duro de verdad, fue coser todas y cada una de las piezas. ¡Qué dolor de dedos! ¡Cuánto tiempo invertido en la composición, mientras de fondo escuchaba un programa sobre animales con habilidades extraordinarias en la tele!(un gato que tocaba el piano, un perro que hacía skate y surf, otro perro que buceaba, en fin, muy instructivo todo). Así que, con ese ambiente de fondo, según cosía las alas, el pico y otras extremidades, yo le transmití esas altas expectativas puntada a puntada al pequeño Matías.¡Menudo papelón para el pobre búho!

Al final, el resultado no estuvo nada mal. Matías el timorato se refugió en un arbolito que encontró a su paso y allí estuvo esperando a que llegaran sus nuevos amigos, aunque sin mostrar ninguna habilidad especial como búho bailarín o skater.



 Marcel

Marcel o Marcelo Jesús, también conocido como "el segundo" o "el del medio". Él quería ser un gran artista, pero no le gustaba su pico, así que se puso en las manos de una cirujana plástica aficionada y el pobre salió de la operación pareciendo el primo búho de Gonzo.

Desde entonces, siempre se saca "fotos tuenti" para disimular sus defectos.



Lo cierto es que tras el esfuerzo de coser a Matías, sólo quería terminar a Marcel, así que el pobre no tiene fotos de su evolución.

Aquí os dejo una foto de cuando se acomodó en su arbolito junto a Matías.



Siguiendo su destino, Marcel voló del nido en busca de su oportunidad. Hace tiempo que no sé nada de él, sé que estuvo un tiempo en París esperando a que algún cazatalentos lo descubriera sin éxito. Creo que ahora se dedica a ir de casting en casting, si lo veis en algún programa de búsqueda de talentos, avisadme (que desde que Ainhoaaaaaaaaaaaaaaaa ganó OT, dejé de ver cualquier programa de ese tipo).


 Maurice
 
Mauricio "el resalado", quien con su carisma conquista a todas las personas que se cruzan con él.
 
 
 
En realidad odia que le llamen Mauricio (menos aún desde que su nombre lo popularizó un personaje de la serie Aida), así que se hace llamar Maurice, y además lo dice con esos morritos afrancesados que le encanta marcar, porque él siempre ha sido muy francófilo. Bueno, maticemos, en realidad a él lo que le gusta es París, su glamour, su vida social, etc, porque como a cualquiera se le ocurra mencionarle sus vacaciones en la Provenza, apaga y vámonos. Para él, París y Francia son una única entidad. La Tour Eiffel le tiene encandilado, y más aún con sus iluminaciones navideñas.
 
 
 
Maurice también tiene alma de artista (y arte, tiene mucho). Cuando por primera vez voló a París, se refugió en unas ramas cercanas al Moulin Rouge, y desde las alturas soñaba con triunfar y vivir una historia de amor como la de Satine y Christian.
 



Fue junto a la parada de Blanche donde Maurice conoció a su compatriota Marcel. Un tiempo más tarde, ambos decidieron volver a España. Al llegar a Madrid, por recomendación de Marcel (increíble tras el resultado de su pico), Maurice se hizo algún retoque que ha de quedar entre nosotros... Aquí presento las pruebas:
 
 
 
Tras su operación secreta y varios fracasos artísticos, Maurice siguió los pasos de tantos y tantos protagonistas del Qué me dices, dedicarse a sus business. En este tiempo, poco he sabido de él. Mi sorpresa llegó cuando la semana pasada el cuerpo me pedía un capuccino de máquina y me encontré la siguiente sorpresa!
 
 
 
¡Jajaja! No me lo podía creer, me hizo tanta gracia que casi se me cae el café encima.
 
Y hasta aquí puedo leer, porque los tres búhos desaparecieron de mi vida y ya no sé nada de ellos. Creo que ahora se dedican a labores de sereno, pero no estoy del todo segura.
 
En los últimos días he llenado su vacío con el búho Manrique, un búho cantarín al que le encanta viajar en metro rodeado de humanidad (y colarse sin ningún tipo de vergüenza).
 
 
 
 
Lamentablemente, hace unos días Manrique también desapareció de mi vida. Desde entonces estoy un poco triste, pero...y a tí,¿qué gurumi?
 
Matías, Marcel y Maurice (llaveros): 8 € /unidad
 
 
 
 
Manrique (llavero): 6,50 €
 
 
 
 
 



 

miércoles, 5 de diciembre de 2012

László, el pulpo al que le gustaba navegar

Permitidme que me presente...
 
Mi nombre es László y nací en Split (Croacia). Desde las aguas del puerto en las que me crié, allá en mi ciudad, no me cansaba de observar cómo hombres, mujeres y niños vestidos a rayas salían a navegar por la costa dálmata, volviendo de sus travesías con un bonito tono dorado y esas sonrisas que jamás podré olvidar.
 
 
 

 
Cansado de esquivar a los pescadores aficionados que querían prepararme al estilo de la isla de Hvar (por cierto, no dejéis de visitarla), y de los buceadores a los que no les quedaba otra que saciar su sed de submarinismo limpiando quillas de barco, decidí quitarme de en medio y buscar mi propia sonrisa, cosa difícil en un pulpo.

Un día, salté a una de esas pequeñas embarcaciones de recreo (ni yo mismo sé cómo) y, patita tras patita, conseguí colarme en una nevera de picnic. Escondido entre latas de cerveza y refrescos varios, me camuflé hasta que uno de los niños quiso una de esas bebidas marrones y chispeantes cuyo éxito nunca entenderé.
 
Como no quiero aburrir con  mis andanzas (si se puede llamar así a mis torpes movimientos), trataré de resumir.
 
El niño, al descubrirme, soltó un Oh my God! There's an octopus drinking daddy's beer!!! por lo que, al verme descubierto y, peonza perdido, pegué un saltito, fui a parar a su cara. Su madre me arrancó de cuajo dejando en esa bonita tez dorada las marcas de mis tentáculos forever and ever, y yo salí volando por los aires hasta uno de esos yates donde me hice con el gorrito de look marinero que me acompaña desde entonces.
 

 
 

Allí me escondí como pude hasta que una mirada ávida que entonaba Guess who's coming to dinner me sacó de mi cómoda vida como pulpo voyeur. Lo siguiente que recuerdo es un golpe seco contra la encimera de la lujosa cocina del yate (¿a quién se le ocurriría eso de que si nos golpean antes de hervirnos nuestra carne está más tierna?) y que me escurrí de los brazos del cocinillas de turno.
   
No sé cómo acabé a manos de una treintañera que no para de hacerme fotos y decirme que me va a vender al mejor postor (yo valgo más de 8 euros, nena!). Así que aquí estoy, jugando a los modelos, poniendo mi mejor sonrisa y deseando que alguien con más corazón que esta chica me adopte.
 
 



Ella dice que toda esta historia es falsa, que lo cuento para llamar la atención; dice que no soy más que un amigurumi tejido con mucho cariño e incluso tiene el morro de inventarse pruebas!!!




 
Sé que es duro decirlo, pero a veces desearía haber acabado en una cazuela rodeado de espesas patatas y de pesados ajos, que no hacen más que repetir lo mismo todo el rato. Eso por no hablar del perejil, que se lo tiene muy creído con eso de que le invitan a todos los saraos.

 
 
Todo esto lo cuento porque la que dice ser mi creadora ha empezado a tejer toda una familia de pulpos, buhos, pollitos, ovejas, muñecas japonesas y no sé qué millones de cosas más y quiere que los conozcáis a través de este blog. Y digo yo... y a mí, ¿qué gurumi?
 
Pssst!!! (nota de la creadora) Si queréis algún amigurumi como László, algún familiar suyo o cualquier muñeco en concreto, escribid aquí abajo dejando un correo de contacto.